La segunda semana del Programa de Residencias Académicas Haití – Cuba del Fondo de Arte Joven (FAJ) inició con un pequeño pero emotivo encuentro con beneficiarios del FAJ. En la cita, los residentes haitianos conocieron de primera mano el quehacer de los jóvenes creadores cubanos y su vínculo con la plataforma.
Una vez más prevaleció la cultura como puente. No hicieron falta los intermediarios para que sonaran la guitarra y la percusión, mientras las voces a coro tararearon canciones típicas de cada país.
Similar escenario ocurrió en la terraza de DJ Jigüe, quien, en su acogedor espacio al aire libre en la barriada de Centro Habana, intercambió con los residentes cubanos y haitianos sobre la influencia de los ritmos afrocaribeños en ambas culturas.
En tanto, las clases de improvisación musical, junto al reconocido músico Janio Abreu no quedaron ajenas a esta conexión que solo los elementos identitarios comunes son capaces de lograr.
Durante la semana también acontecieron las lecciones de solfeo junto a la profesora Anabel Letusé y un safari fotográfico, de la mano y guía del fotógrafo Alfredo Sarabia por un solar habanero, sirvió de festín para los lentes más atrevidos y observadores del grupo.
Invitados por el guitarrista Dayron Ortiz, beneficiario del FAJ de la primera convocatoria de música, los residentes protagonizaron una descarga en la terraza del Hotel Claxon. Aquí, el público asistente pudo disfrutar y bailar al ritmo de los más espontáneos duetos cubano – haitianos de la semana, que finalizó con una grabación conjunta en el estudio del guitarrista.
Otra de las actividades que conformaron el itinerario fue la celebración de los cuarenta años del Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos (CISP), socio responsable de la implementación de la iniciativa del FAJ.
Si se habla de cubanía y tradiciones, la visita a la sede de la agrupación Muñequitos de Matanzas, en la provincia de igual nombre protagoniza un episodio icónico en la pasantía. No solo por el intercambio cultural con el grupo musical, ganador de un Premio Grammy Latino en el año 2001, sino también por el contacto con la comunidad matancera cercana al proyecto.
Esta primera experiencia quedará en el recuerdo de sus protagonistas como un espacio de confluencias y de reencuentros, no solo idiosincráticos, también familiares.
«Cuba definitivamente me marcará para siempre», escribió el joven creador en su cuenta de Instagram, y ese es también, nuestro mayor regocijo.