Con la entrega de hoy, ponemos fin a esta serie de bitácoras que ha recogido sucintamente, lo acontecido durante el Programa de Residencias Académicas Haití – Cuba del Fondo de Arte Joven (FAJ).
Las despedidas siempre traen consigo muchas emociones, y esta no es la excepción. Tres semanas después, aquel grupo de jóvenes creadores que llegó a La Habana con ansias de conocer y compartir no son los mismos, y nosotros tampoco. Ha habido tanto por ofrecer y recibir, que no alcanzaría este espacio para contarlo.
Como una oportunidad para el intercambio de conocimientos y experiencias creativas, pensada –sobre todas las cosas– como espacio inclusivo de diálogo cultural, surgió el Programa en colaboración con la Cooperación Suiza en Haití.
Durante veintidós días, estudiantes cubanos y haitianos recibieron clases organizadas por temáticas, conferencias, charlas y talleres impartidos por profesionales cubanos de diversas generaciones, con una reconocida trayectoria en el medio y la enseñanza del arte.
El primer ciclo de conferencias lo encabezaron reconocidas profesionales cubanas como Anabel Letusé, profesora de solfeo y Claudia Fallarero, musicóloga a cargo de la conferencia Historia de la música.
Por su parte Nahela Hechavarría, crítica de arte cubana, especialista y curadora de la Dirección de Artes Plásticas de Casa de las Américas, dialogó con los participantes sobre la fotografía latinoamericana y caribeña.
A su vez Caridad Diez, musicóloga, productora musical y gestora cultural, tuvo a su cargo la Conferencia ilustrada sobre música cubana, como introducción a la agenda de actividades complementarias.
De igual forma, las clases de Improvisación musical, junto al reconocido músico Janio Abreu y las de Guitarra popular bajo la tutela de Dayron Ortiz, mezclaron con maestría la teoría y la práctica en cada encuentro.
Similar ocurrió durante las lecciones de piano, lideradas por Ernesto Oliva, que no solo acercaron a los alumnos a la música cubana, también aterrizaron resultados culturales propios de la influencia haitiana en Cuba.
Un encuentro con el músico, arreglista y compositor cubano Emilio Morales abrió la última semana del itinerario. En la cita, a la que asistió también el productor musical Carlos Hueso, la música resonó de forma espontánea, con el acompañamiento y la experiencia de los avezados instrumentistas.
Los días lluviosos del otoño caribeño no impidieron la realización de los safaris fotográficos previstos junto al fotógrafo Alfredo Sarabia. Ya lo dice el refrán, “siempre que llueve escampa”, y las tardes habaneras pasadas por agua brindan un encanto místico a los lentes más severos. Así mismo ocurrió mientras exploraban los interiores del Edificio Girón, reconocido por sus estructuras rítmicas, enchapes, y pasillos que tanto se asemejan a una escenografía de ciencia ficción.
Invitados por los artistas visuales Gabriel Cisneros y Rolando Galindo, ambos beneficiarios del FAJ, los residentes visitaron las exposiciones El Prestidigitador y Bolero para Stendhal, de dichos autores respectivamente. Asimismo, estuvieron en el taller del artista visual Yohy Suárez; recorridos que les permitieron conocer de primera mano cómo trabajan los jóvenes artistas cubanos.
En tanto, el viaje al proyecto comunitario Patio de Tata Güines, en la provincia de Mayabeque, sirvió para comprender la labor que realizan con niños y jóvenes de la zona, en aras de salvaguardar la música y baile tradicionales.
En su sede, el patio donde nació el reconocido percusionista Tata Güines, no faltó el intercambio con integrantes del proyecto y la comunidad, a través de ese vínculo religioso, histórico y cultural que tienen en común Cuba y Haití.
Una de las vivencias que puso fin a la pasantía, fue la grabación de un tema musical por los estudiantes de música y el guitarrista Dayron Ortiz. De esta forma, en su estudio en La Habana, se combinaron las jornadas prácticas y teóricas en una pieza musical de casi cinco minutos.
Otro de los ejercicios de culminación de estudios fue la exposición fotográfica Idantite, que reunió a profesores, estudiantes, artistas y beneficiarios en la sede del FAJ. La muestra se compuso por fotografías tomadas por los participantes cubanos y haitianos del Primer Programa de Residencias Académicas.
Esta, no solo mostró el trabajo realizado por los jóvenes creadores durante el período, también dejó al descubierto los puntos de encuentros entre tradiciones e identidades compartidas.
La cita contó con la participación de la Excelentísima Regine Lamur, Embajadora designada de Haití en Cuba, quien acompañó también la entrega de los certificados que acreditaron el fin de la pasantía.
Al adiós colectivo lo caracterizaron los abrazos, unas emotivas palabras de agradecimiento, y un sinnúmero de anécdotas que incluyen las apropiaciones de los pregones populares cubanos.
Esta experiencia no solo ha abierto un nuevo espacio de incidencia para el FAJ, también ha demostrado que es posible y necesario potenciar intercambios de colaboración a pesar de los contextos de crisis, aportando recursos, conocimientos y enfoques novedosos en sectores claves.
La posibilidad de este Programa refuerza la viabilidad de legitimar intercambios bilaterales aprovechando las potencialidades del Sur global, con beneficios mutuos, superando otras formas más habituales y limitativas de enfocar la cooperación cultural, haciéndola menos centrada en los tradicionales programas técnicos Norte-Sur.
Las Residencias Académicas del FAJ significan también una puerta abierta a un futuro estratégico de colaboración, donde podrán sumarse nuevos donantes de sectores estatales y privados, tanto en Cuba como en el exterior, interesados en aportar recursos, con modalidades de contribución más rápidas y flexibles, que ayuden a co-financiar nuestras acciones, aportándoles mayores posibilidades de sostenibilidad.