Abono para malas hierbas

A veces se siente como estar a contracorriente. Todo en esta isla ocurre a un ritmo y de una manera que solo quienes la habitamos somos capaces de seguir o ¿entender? Habiendo tornado la incertidumbre en aliento diario, vamos descifrando pistas que nos permitan avanzar hasta un próximo nivel que aún no vislumbramos.

Pareciera que las nuevas generaciones heredamos los sueños postergados. Pero el surrealismo debió haber nacido en medio del Caribe y no en París. De pronto, no sabemos cómo, surgen proyectos, nuevas formas, reinvenciones. Al borde del asfalto hirviente por el sol de agosto hay algo verde, naciendo cada día.

Así se percibe una nueva edición de malaYerba, concurso de artes visuales organizado en La Habana por el Fondo de Arte Joven y la Fundación Los Carbonell, socio y gestor del perfil de artes visuales del proyecto. El contexto –inherente al arte cubano contemporáneo– ha sido abono natural para un conjunto de obras seleccionadas como finalistas. Afloran nuevamente esa vocación social y el hálito tropológico que han definido la producción artística en las últimas cuatro décadas.

Estos noveles creadores identifican sus realidades más desgarradoras y las llevan a la pintura, la fotografía, el video y la instalación. Han aprendido a sortearse entre la precariedad; sus antecesores de profesión legaron herramientas para ello. Se saben deudores de temas y modos de hacer; no obstante, insisten, como quien tiene la certeza de que ya no hay nada que perder.

Veintinueve jóvenes artistas cubanos vuelven a romper el asfalto y parecen restituirnos algo de fe.

Sandra García Herrera
7 de septiembre de 2024