Exposición colectiva

Galería Salón Blanco, 14 de septiembre, 2023

Los fotógrafos no tienen ciudad.

«Se ama una ciudad, se vive en ella con la certeza de que nosotros nos vamos un día cualquiera, pero esa casa, la reja de esta puerta, el patio descubierto en medio de la conversación, sé que recibirán a otro y otros lo verán». En 1969 el escritor cubano Antón Arrufat dedicaría a La Habana su poema El río de Heráclito, al que pertenecen los versos citados. Aunque nacido en Santiago de Cuba, el autor habitó y se impregnó de esta ciudad, la cual deseó unir a su cuerpo.

Decir que la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana ha sido objeto de inspiración para todas las artes sería una perogrullada. De la misma manera en que una exposición fotográfica dedicada a ella pareciera no poner nada nuevo sobre el mantel. Su nombre sonoro, ese estilo sin estilo y sus habitantes han sido históricamente objetos del lente.

Habana, un alma palpable es una muestra en la que se reúne un grupo de muy jóvenes y emergentes fotógrafos cubanos en cuya obra encontramos no una, sino muchas habanas. La selección de obras intentó huir de sitios comunes para transmitir, desde formas intangibles, los modos y miradas a través de los cuales estos artistas habitan y desentrañan la ciudad que también han hecho suya. Claro que están el litoral, los perfiles arquitectónicos, las columnas carpenterianas y los niños jugando a pierna suelta en las calles; pero nadie hablaría de La Habana sin pensar en esa vibrante escena artística y cultural que ha llenado sus décadas, sin pensar en la música, en sus noches de jóvenes que recién descubren la vida y tan solo les importa el presente. Nadie se va de La Habana sin recordar a su gente.

Como Arrufat, muchos de estos artistas no nacieron en la ciudad del malecón, sin embargo, se la apropian diariamente. Quizás los fotógrafos estén destinados a no pertenecer a ningún sitio. Extienden su vivencia a la imagen que entregan, con certidumbres tales, que parecieran conocer de cerca cada objeto, paisaje o persona por ellos retratados. Los fotógrafos no tienen ciudad, o sí; muchos eligen La Habana, como Arrufat, sabiendo que algún día no estarán ellos; tampoco las puertas, ni las rejas o el patio; ni la gente, ni la esquina. Pero sí sus imágenes, para reconstruirla una y otra vez, y ojalá no solo utópicamente.

Sandra García Herrera, septiembre de 2023.